Los Gatos de Ulthar
Lewis Carroll
Edgar Allan Poe
Me casé joven y tuve la alegría de que mi mujer compartiera mis preferencias.
Cuando advirtió que me gustaban los animales domésticos, no perdía ocasión para proporcionarme los más agradables.
Teníamos pájaros, peces de colores, un hermoso perro, conejos, un mono pequeño y un gato. Este último era un hermoso animal, bastante grande, completamente negro y de una sagacidad asombrosa. Cuando se refería a su inteligencia, mi mujer, que en el fondo era bastante supersticiosa, aludía con frecuencia a la antigua creencia popular de que todos los gatos negros eran brujas disfrazadas. No quiero decir que lo creyera en serio, y sólo menciono el asunto porque acabo de recordarla.
Pluto- pues así se llamaba el gato- era mi favorito y mi camarada. Sólo yo le daba de comer, y él en casa me seguía por todas partes. Incluso me resultaba difícil impedirle que siguiera mis pasos por la calle. Nuestra amistad duró varios años, en el transcurso de los cuales mi temperamento y mi carácter, por causa del demonio Intemperancia (y me pongo rojo al confesarlo), se habían alterado radicalmente. Día a día me fui volviendo más irritable, malhumorado e indiferente hacia los sentimientos ajenos. Llegué, incluso, a usar palabras duras con mi mujer, y terminé recurriendo a la violencia física. Por supuesto, mis favoritos sintieron también el cambio de mi carácter.
No sólo los descuidaba, sino que llegué a hacerles daño. Sin embargo, hacia Pluto sentía el suficiente respeto como para abstenerme de maltratarlo, cosa que hacía con los conejos, el mono y hasta el perro, cuando, por casualidad o por afecto, se cruzaban en mi camino. Pero mi enfermedad empeoraba- pues, ¿qué enfermedad se puede comparar con el alcohol?-, y al fin incluso Pluto, que ya empezaba a ser viejo y, por tanto, irritable, empezó a sufrir las consecuencias de mi mal humor.
LOPE DE VEGA
“Juntáronse los ratones,
para librarse del gato,
y después de un largo rato
de disputas y opiniones,
Dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel;
que, andando el gato con él,
librarse mejor podían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo,
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
“¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?”
El Gato con botas
Un molinero dejó, como única herencia a sus tres hijos, su molino, su burro y su gato. El reparto fue bien simple: no se necesitó llamar ni al abogado ni al notario. Habrían consumido todo el pobre patrimonio.
El mayor recibió el molino, el segundo se quedó con el burro y al menor le tocó sólo el gato. Este se lamentaba de su mísera herencia:
-Mis hermanos -decía- podrán ganarse la vida convenientemente trabajando juntos; lo que es yo, después de comerme a mi gato y de hacerme un manguito con su piel, me moriré de hambre.
El gato, que escuchaba estas palabras, pero se hacía el desentendido, le dijo en tono serio y pausado:
-No debéis afligiros, mi señor, no tenéis más que proporcionarme una bolsa y un par de botas para andar por entre los matorrales, y veréis que vuestra herencia no es tan pobre como pensáis. BUDA Y EL GATO
fatigosamente hacia Buda.El estornudo del león
Éste, molesto, pidió a Dios que le mandara algún remedio para resolver el problema. El Señor, que escuchó su plegaria, hizo que estornudara un león. Freya
Korat, el gato de la buena suerte
"Sus ojos centellean como las gotas de rocío sobre una hoja de loto"
Al hablar de los orígenes del Korat nos situaremos en la historia tailandesa, para ser más concretos en el período Ayudhya (1350-1767).
Será en un manuscrito, en el 'Smud Khoi,' cuya traducción es 'Libro de Poemas sobre gatos', donde aparezca por primera vez nuestro protagonista en una ilustración.
Es el gato nacional tailandés por excelencia.
Su único nombre no es Korat, pues también es denominado 'Si-Sawaat', fruto del mismo color azul plata que tanto distingue y hace bella a esta raza. Su nombre también significa buena suerte. Es la fortuna que Korat puede traer, lo que ha dado lugar a una tradición en Tailandia: regalar una pareja de Korat a las novias el día de su boda, para otorgarles una vida dichosa.
El Korat llegó a EE.UU. el año 1959 gracias a la señora Jean Johnson, que después de pasar muchos años en Tailandia volvía a su país con una pareja de gatitos (Nara y Dara) como regalo de despedida. Es por este motivo que todo Korat tiene antepasados tailandeses en su pedigree.Maneki Neko
El gato divino... El gato maldito
Diosa de Bubastis, ciudad del Delta, en la que ya aparecen restos de su culto en torno a la IV dinastía. Representaba la dulzura maternal y era guardiana del hogar y feroz defensora de sus hijos. También representaba la abundancia y era la señora del placer, poseyendo todos los aspectos pacíficos de diosas peligrosas como Sejmet.
Pese a que las leyes egipcias prohibían sacar del país los gatos sagrados, los marinos fenicios se los llevaban de contrabando. Los gatos eran tan apreciados en tiempos de los griegos que se vendían igual que otros tesoros de Oriente. Así, difundieron por el Mediterráneo no solo el comercio y la cultura, sino también a los gatos. Consiguieron que en aquella época se difundieran los gatos por toda la costa mediterránea. Con relación a los orígenes del gato, cuenta la tradición de los antiguos griegos que procede de Artemisa, la diosa de la caza. Por lo visto, dio vida al gato para poner en ridículo a su hermano Apolo, ya que éste previamente había creado al león para asustarla.
Hacia el año 2500 AC, los romanos importaron el Felis lybica del antiguo Egipto, cruzándose en Europa con el gato montés europeo (Felis silvestris). Los romanos sacaron gatos ilegales, dado que estaba prohibida la exportación de los gatos sagrados en Egipto. Así, las legiones romanas cogían gatos egipcios como los más preciados trofeos de guerra en su conquista del Nilo.
El gato fue difundido en Europa sobre todo por los romanos. Lo consideraban símbolo de victoria y tenían por costumbre llevarlo junto a sus legiones, por lo que consiguieron introducirlo rápidamente en todos los rincones de su imperio. De ésta manera el gato llegó a Britannia en donde el gato doméstico era un auténtico desconocido pese a que abundaban los gatos monteses. El avance del Imperio Romano por tierras de bárbaros fue la difusión del culto al gato, refinado y urbano, entre los simples y atrasados campesinos que hasta entonces solo conocían al perro como animal de compañía. Los romanos apreciaban tanto el espíritu de independencia del felino que hasta la diosa Libertas era representada junto a un gato, símbolo de la más absoluta libertad. La utilidad del gato fue ampliamente reconocida por los romanos, al igual que había sido exaltado por los egipcios. Así, en el s.I DC se dictaron en Roma leyes para su protección.
Cuando cayó el esplendor del Imperio Romano, llegó la Edad Media en donde los gatos pasaron a ser odiados y temidos, perseguidos por tratarse de instrumentos del demonio y compañeros favoritos de las brujas.
Debido a sus hábitos nocturnos creían que tenían trato con el diablo. Esta asociación del gato con la brujería fue culpable de muchos actos de crueldad hacia el gato a través de los siglos medievales.
Señal de satanismo era que los gatos no obedecieran al hombre que había sido creado a imagen y semejanza de Dios, implicando esta actitud que fueran siervos e instrumentos del demonio. También eran una señal sus maléficos ojos brillaban en la oscuridad, dado que ésto tenía que ser obra del diablo.
Además, de noche abandonaban sus casas en las ciudades y salían a los bosques, por lo que debían ser hijos de la oscuridad y de un mundo tenebroso. Por si fuera poco, en los cementerios había gatos, por lo que deducían que el espíritu de los muertos se había apoderado de ellos.
La imaginación del hombre llegó a justificar los fenómenos atmosféricos culpando a los gatos dado que sus carreras precedían a tormentas y a tempestades, motivo por el que corrían alocados al ser ellos mismos quienes desencadenaban los elementos contra el hombre por obra del diablo.
En Escocia, los gatos eran empalados y asados vivos durante dos días, en una ceremonia llamada "La cena del diablo". En París, durante la noche de San Juan, se quemaban gatos vivos en presencia del Rey, hasta que Luis XIV prohibió estas hogueras. En las ferias de los pueblos se incluía el tiro al gato como entretenimiento (metían al gato en un canasto y había que atravesarlo disparándole flechas). Esta terrible persecución llegó a provocar que en Alsacia se representara al diablo en un carruaje arrastrado por un tiro de cuatro gatos negros.
Por tanto, durante la Edad Media no solo se torturó y se mató bárbaramente a miles de personas, sino que también se torturó y mató a millones de gatos, como consecuencia de unas persecuciones muy activas en toda Europa y que entraron a formar parte de los rituales cristianos.

Pantera Negra.
Se denomina así a los leopardos melánicos. El color negro es producido por una gran cantidad de melanóforos (células pertenecientes a una de las capas de la piel) distribuidos por toda la superficie corporal.debemos entender como panteras únicamente al león y al leopardo sin que realmente exista un animal que pueda llamarse “pantera o pantera negra”.
Esta sería simplemente una imprecisión puesto que realmente nos estamos refiriendo a un leopardo con una modificación en su melanina que modifica su color, algo que aprovecharon los egipcios para incluir en el aguar funerario por el simbolismo del negro durante las dinastías XVIII y XIX en el Imperio Egipcio.
Si ubicamos taxonómicamente estos animales, encontramos que la familia de los Felinae o Félidos pertenece al orden de los carnívoros. Se agrupa en tres géneros o subfamilias: Felis o Felinae (gatos), Acinonyx o Acinonychinae (guepardos)y Panthera o Pantherinae (leones y leopardos)Centrándonos únicamente en África, el segundo género (Pantherinae) consta de animales de mayor alzada, tales como el león (Panthera leo) y el leopardo (Panthera pardus).
...! Y OTRO GATO MAS ¡
¿ OTRO GATO ?




