El estornudo del león

Cuenta una leyenda hebrea que Noé subió a su arca, con motivo del diluvio, a todos los animales. A los gatos no los embarcó, pues no existían. Allí había ratas y ratones, que se pasaban la mayor parte del tiempo zampándose la comida del bueno de Noé.
Éste, molesto, pidió a Dios que le mandara algún remedio para resolver el problema. El Señor, que escuchó su plegaria, hizo que estornudara un león.
De las narices del felino salieron diminutos gatitos, que enseguida comenzaron a cazar. Los ratones y las ratas se ocultaron en los agujeros, lugar preferido para defenderse del gato.
- ¡Menos mal, buen Dios!—, exclamó, satisfecho, Noé.

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